¿CÓMO AFECTA LA ELECCIÓN DEL RECIPIENTE EN EL ENVEJECIMIENTO DEL VINO?

El consumidor busca cada vez más en el vino que su trago sea fresco y ligero. Para ello, cada uno de los pasos de su elaboración son importantes. Y uno, trascendental es su envejecimiento y en qué tipo de recipiente se ha llevado a cabo. La búsqueda de ligereza y frescura en el vino ha hecho que se recuperen métodos de elaboración tradicionales y milenarios, como puede ser el uso de las tinajas como recipiente para envejecer la bebida.

Recipientes de toda clase para el envejecimiento del vino

Materiales como por ejemplo las ánforas o el hormigón aportan al vino mucha identidad, hacen que su oxigenación se ralentice y lo mantienen en una temperatura estable si se compara con recipientes de madera que, además, pueden aportar sabor y aromas a madera al vino.  Pero analicemos cada uno de los materiales de los recipientes.

Uno de los recipientes más antiguos de la civilización son las ánforas de barro, que ya se empleaban en el antiguo Egipto o la antigua Roma. Al tratarse de un material poroso, al recipiente de barro se le tiene que realizar un tratamiento de impermeabilidad para que el vino no se vea contaminado. Actualmente, las bodegas aplican unas pinturas tipo epoxy para la impermeabilización que no aportan ningún tipo de sabor ni olor al vino. Las tinajas de barro mantienen el vino en una temperatura constante, pero, además, su forma ayuda a que los sedimentos se mantengan en la parte baja, obteniendo así un vino con sabor y aroma óptimos.

Otro de los recipientes clásicos en el proceso de envejecimiento del vino son las botas de madera. Se trata de unos recipientes que, comparándolos con las tinajas de barro, tienen un coste de mantenimiento más elevado y requieren una renovación periódica. Como pasa con el barro, la madera es un material poroso, por tanto, también requiere ser impermeabilizado para envejecer el vino. La madera aporta aromas interesantes al vino que, dependiendo del tipo, pueden ir de las especias a la vainilla, la miel o el pan tostado.

Vamos con uno de los más novedosos: el hormigón. Presentan la ventaja que es fácil de limpiar y duradero, pero, por el contrario, controlar la temperatura en el proceso de fermentación es más complicado. Era un tipo de recipiente habitual en las cooperativas. Cuando un vino pasa por un recipiente de hormigón, se logran vinos más abiertos y en los que destacan la acidez y la variedad, según la escritora de la revista ‘Decanter’, Beth Willard.

Uno de los recipientes más habituales en la actualidad son los de acero inoxidable. Pese a que en un inicio se requiere una inversión elevada, cabe destacar que son unos recipientes duraderos, de fácil mantenimiento, que aguantan las altas presiones y mantienen una temperatura estable en espacios interiores, permitiendo controlarla con facilidad. Además, en lo que respecta a los sabores y olores del vino, es una opción excelente porque no hay apenas transferencia de olores y sabores no deseados al vino.

Los recipientes de piedra o granito también son una alternativa para algunas bodegas. Este recipiente favorece la microoxigenación del vino y le aporta una complejidad aromática y expresiva que otros recipientes no le otorgan. Son unos recipientes que permiten a las bodegas poder experimentar con sus elaboraciones. La forma que tienen da al vino unos movimientos naturales que, si se quisiera, se podría realizar una crianza sin que fuera necesario realizar removidos.

¿Qué recipiente escoger?

Al final, la elección de un tipo de recipiente u otro dependerá del tipo de vino que se quiera elaborar en ellos. El material es muy importante, pero la forma del recipiente también lo es. Para una mayor capacidad, son óptimos los cilíndricos. En el caso del vino tinto, la mejor opción suelen ser los recipientes troncocónicos. Por último, hay otras características como el tipo de fondo, la tapa o si tienen puerta o no, que responderán a las necesidades de cada bodega.

Un juego muy interesante es comprobar cómo un mismo vino se comporta diferente y adquiere unos matices u otros según el recipiente en el que se ha envejecido.

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